Una sorprendente decisión
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Cuando la actualidad de la familia real búlgara parecía dominada por la crisis matrimonial entre el príncipe Konstantin y María García de la Rasilla, un nuevo asunto, esta vez de índole inmobiliaria e histórica, llega a los titulares. Se trata de todo un palacio real que el rey Simeón ha decidido poner en el mercado por un precio desconocido y por razones que, de momento, tampoco han trascendido.
Conocida como La villa del zar, esta fue una de las lujosas residencias expropiadas por el gobierno de Bulgaria tras abolir la monarquía y que tan solo le fueron devueltas a la familia real hace muy pocos años. Fue en este palacio situado en la pequeña localidad de Banya, a 178 kilómetros de la capital, Sofía, donde se instaló Simeón II tras regresar a su hogar después de cinco décadas en el exilio. Por lo que la decisión de desprenderse de él no ha debido ser fácil.
Según uno de los portales inmobiliarios búlgaros donde se puede encontrar el anuncio de la venta de esta suntuosa finca campestre, se especifica que tiene dos pisos construidos sobre una superficie de 1.000 m2 con un terreno colindante de 10.000 m2. Entre los reclamos para un comprador interesado se añade que la casa posee una «estructura de acero y hormigón en perfecto estado» y un «interior conservado de forma auténtica».
Su disposición consiste en vestíbulo, comedor, cocina, bodega, múltiples dormitorios y cuartos de baño y como atractivo histórico, «el despacho personal del zar Boris y otras dependencias». También se añade que el nuevo propietario puede «convertir el palacio en un hotel boutique de gran importancia histórica» y se destaca que está situado en una zona de los famosos baños minerales de Karlowo, los viñedos que producen el muy apreciado vino del mismo nombre y junto a las imponentes montañas de Stara Planina.
El rey Simeón y la historia de La villa del zar
A principios de enero de 1948, el presidente de la República de Bulgaria, Vasil Kolarov, emitió una decisión que estipulaba que las propiedades de la familia real ya expropiadas debían reservarse para las necesidades del Estado, incluyendo el palacio real de Vrana y la residencia de verano en Banya, que es la que ahora está a la venta.
Según los archivos, el rey Boris III, padre del rey Simeón, hizo su primer viaje al pueblo de Banya en 1925. Se alojó en la villa de un amigo suyo, el industrial Velizar Bagarov. El motivo de la visita fueron sus problemas de salud, pero aliviado por las propiedades curativas de las reservas minerales de Karlovo, decidió construir una villa de verano en el pueblo. El encargado de diseñarla fue el prestigioso arquitecto local Ivan Vasilyov, inspirándose en el estilo de renacimiento búlgaro del siglo XIX
La finca incluye dos edificios más pequeños, para los huéspedes y los criados de la finca, y está vallada por un muro de piedra con dos puertas de roble. El interior de la residencia también sigue las tradiciones clásicas del periodo de renacimiento búlgaro, amueblado con los característicos sofás y cojines bordados a mano. El jardín cuenta con álamos, robles rojos y abetos escoceses.
La convulsa batalla por el palacio de Vrana
La simbólica propiedad que sí continúa en manos de la familia real búlgara es el palacio real de Vrana, ubicado a las afueras de Sofía. Pero no fue hasta 2022 cuando la justicia le hizo entrega al rey Simeón, el único monarca que ha sido elegido primer ministro de su país en las urnas, el hogar del que fuera expulsado de niño cuando huyó hacia un exilio que duraría 50 años.
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La batalla por recuperar Vrana duró dos largas décadas. Se trata de una de las residencias que poseían los zares búlgaros desde que lo adquiriese en 1899 el abuelo de Simeón II. Poco después de aquella compra, en los primeros años del siglo XX, se construyó el primer pabellón de caza en sus jardines.
Convertido tras la Segunda Guerra Mundial en la residencia oficial del secretario general del partido comunista, la familia real búlgara no volvería a pisar sus jardines hasta 1998. En 2001, cuando el rey Simeón ganó las elecciones, él y su esposa Margarita Gómez-Acebo se instalaron definitivamente en el palacio. Pero tuvieron que pasar veinte años más hasta que los Sajonia-Coburgo-Gotha recuperaron su propiedad en los tribunales.
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